Su infancia

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Los Bosco de I Becchi eran en realidad una familia del campo que sobrevivían como peones de la familia Biglione. El 11 de mayo de 1817, cuando Juan tenía 21 meses de edad, Francisco falleció a causa de una pulmonía. La responsabilidad de la familia quedó en manos de su madre, Margarita.


El protagonismo en la formación de la infancia de Bosco recaería entonces en manos de su madre. Una mujer de un férreo carácter, una sólida devoción y una intensa fidelidad a su familia. No buscó un segundo matrimonio, sino que sola se dedicó a formar a sus tres hijos varones. La manera en que Margarita defendió a sus hijos en medio de la pobreza y el espíritu de disciplina y devoción que les impartió, tendrían mucho que ver en el futuro apostolado de Don Bosco. 





  • El sueño de los nueve años


En 1825 Juan tendría una experiencia que marcaría su vida y que ha sido registrada como «el sueño de los nueve años». Él mismo abriría la vida de Juan a un aspecto que ha sido objeto de estudio en la vida de Don Bosco: sus sueños premonitorios. En particular este primer sueño ha sido señalado como la descripción de lo que sería su misión entre los jóvenes más necesitados. Don Bosco mismo describió dicho sueño: 



Cuando tenía nueve años, tuve un sueño... ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de juego de la escuela. Había muchos muchachos, algunos de ellos decían malas palabras, Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con mis puños. Fue entonces cuando apareció un Personaje que me dijo: «No con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos» Yo tenía solo nueve años. ¿Quién me estaba pidiendo a hacer algo imposible? Él me respondió: «Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día. Mi Nombre pregúntaselo a mi Madre». De repente apareció una Mujer de majestuosa presencia. Yo estaba confundido. El me llevó hacia ella y me tomó de la mano. Me di cuenta que todos los niños habían desaparecido y en su lugar vi todo tipo de animales: perros, gatos, osos, lobos... Ella me dijo: «Hazte humilde, fuerte y robusto… y lo que tú ves que sucede a estos animales, tú lo tendrás que hacer con mis hijos». Miré alrededor y vi que los animales salvajes se habían convertido en mansos corderos... Yo no entendí nada… y pregunté a la Señora que me lo explicara... Ella me dijo: «A su tiempo lo comprenderás todo».


 

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