Como capital del Reino Piamonte-Cerdeña, Turín era una ciudad de enorme importancia y actividad política y económica durante el siglo XIX. Fue la capital del Reino de Italia bajo Víctor Manuel II y vivió una rápida época de transformaciones y renovación bajo Cavour a partir de 1850. Esta enorme importancia desde la ciudad piamontés atraería a lo largo del siglo la emigración campesina y en especial de niños y jóvenes empobrecidos que terminaban contratados de manera irregular en fábricas, el campo estaba empobrecido a causa de las guerras napoleónicas que agobiaron el Piamonte hasta principios del siglo.
Entre los papas del siglo XIX, el beato Pío IX (1792-1878) tendría una especial importancia en la historia de la unificación italiana y en la vida y obra de Don Bosco. Pío IX, el último «papa-rey» de los Estados Pontificios y el papa de pontificado más largo de la historia luego del que se adjudica tradicionalmente a san Pedro (31 años, entre 1846 y 1878), fue conocido también como «el papa de Don Bosco», ya que dio un apoyo incondicional a su apostolado y mantuvo un gran aprecio por el carismático sacerdote turinés.
El siglo XIX fue un siglo de profundas transformaciones mundiales y revoluciones en todos los sentidos. Durante este tiempo las consecuencias más importantes de la
Revolución francesa tomarían lugar especialmente con el avance de los nacionalismos en Europa y el nacimiento de las repúblicas americanas. Sería el siglo de las revoluciones industriales, el desarrollo del concepto moderno de democracia, el siglo de grandes inventos, del materialismo dialéctico y del impresionismoartístico.
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